
26 de junio de 2025 a las 20:55
El freno a las MiPyMEs mexicanas
El corazón palpitante de la economía mexicana late al ritmo de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MiPyMEs). Representan casi la totalidad del tejido empresarial del país, un asombroso 99.8% de más de 5.4 millones de unidades económicas, y son el sustento de 7 de cada 10 empleos formales. Imaginen la fuerza laboral que representan: más de 19.6 millones de mexicanas y mexicanos que día a día contribuyen al crecimiento del país gracias a estas empresas. Muchas de ellas, 9 de cada 10 según la Secretaría de Economía, mantienen la llama de la tradición familiar, pasando el legado empresarial de generación en generación. Desde la pequeña tienda de la esquina hasta el taller que fabrica piezas especializadas, las MiPyMEs son el rostro visible de la economía local.
Su aportación al Producto Interno Bruto (PIB) es igualmente impresionante, alcanzando hasta un 52%, inyectando más de $22.6 mil millones de pesos en ingresos totales. Una cifra que habla por sí sola del poderío de este sector. Sin embargo, un contraste emerge en el panorama del comercio internacional. A pesar de que el comercio exterior representa el 83% del PIB mexicano, las MiPyMEs contribuyen con menos del 7% de las exportaciones. Un desequilibrio que revela las barreras que aún enfrentan para integrarse plenamente a la dinámica global.
La paradoja es evidente: México es un gigante exportador, líder mundial en productos como camiones de reparto, tractores, cerveza, frutas tropicales y diversas verduras. Productos, muchos de ellos, originados en el esfuerzo y la dedicación de las MiPyMEs. ¿Qué frena entonces su expansión internacional? La respuesta es compleja y multifacética. No se trata solo de ofrecer productos de calidad a precios competitivos, sino de sortear una serie de obstáculos que van desde la adaptabilidad a las regulaciones internacionales y la certeza jurídica, hasta la logística y, crucialmente, el acceso al financiamiento.
En este contexto, la digitalización emerge como una herramienta fundamental para impulsar la competitividad de las MiPyMEs. La trazabilidad inmediata, la profesionalización de los procesos y la eficiencia operativa son imperativos en el comercio exterior actual. A esto se suma la necesidad de una formación continua en comercio internacional y la consolidación de estructuras corporativas más robustas.
El acceso al crédito es otro de los grandes desafíos. Según datos de la Asociación Mexicana de Bancos, las MiPyMEs reciben apenas una fracción del crédito empresarial total. Esta escasez de capital no solo limita su capacidad operativa presente, sino que hipoteca su potencial de crecimiento, innovación y competitividad en mercados internacionales cada vez más exigentes. La dependencia de proveedores como fuente de financiamiento, aunque útil en el corto plazo, no es sostenible para una expansión a largo plazo.
La buena noticia es que México cuenta con un arsenal de ventajas estratégicas: una red de tratados de libre comercio, una vasta experiencia exportadora, una ubicación geográfica privilegiada que capitaliza el fenómeno del nearshoring y el impulso del Plan México con sus programas de financiamiento. A esto se suma el dinamismo de las FinTech, que ofrecen alternativas ágiles y adaptadas a las necesidades de las MiPyMEs, permitiéndoles acceder a capital con mayor rapidez y con requisitos más acordes a sus ciclos de producción.
El potencial de las MiPyMEs mexicanas es innegable. Son el presente de la economía nacional y la semilla de su futuro exportador. Con el apoyo adecuado en digitalización, capacitación, acceso a financiamiento y vinculación con los mercados globales, estas empresas podrán florecer y llevar el nombre de México a nuevos horizontes comerciales. El 27 de junio, Día Internacional de las MiPyMEs, es una oportunidad no solo para reconocer su importancia, sino para redoblar esfuerzos y construir un ecosistema que les permita alcanzar su máximo potencial. El futuro del comercio exterior mexicano está en sus manos.
Fuente: El Heraldo de México