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26 de junio de 2025 a las 09:30

El clima y tus derechos

La consagración de los derechos humanos, incluyendo los ambientales, representa un avance crucial en la búsqueda de una vida digna para todos. Sin embargo, la efectiva implementación de estos derechos, especialmente en el contexto del cambio climático, plantea retos significativos que exigen un enfoque integral y transdisciplinario.

Inicialmente, los derechos humanos se clasificaron en generaciones. La primera generación, compuesta por los derechos civiles y políticos, se centra en las libertades individuales, como la vida, la libertad de expresión y la participación política. Posteriormente, surgieron los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA), que implican una obligación estatal no solo de respetar estos derechos, sino también de promoverlos activamente. Esto se traduce en la creación de escuelas, la provisión de servicios de salud y la generación de empleos, entre otras acciones.

Los derechos ambientales, una innovación dentro del derecho, se han consolidado como un área de estudio crucial, generando nuevas líneas de investigación y desarrollo jurisprudencial. Su complejidad radica en que su materialización requiere, en la mayoría de los casos, de políticas públicas y una asignación presupuestaria específica. A diferencia de los derechos civiles y políticos, que se centran en la abstención del Estado, los DESCA exigen una acción positiva por parte de las autoridades.

Un debate crucial en torno a los DESCA es si representan nuevas necesidades o simplemente una evolución de los derechos de primera generación. Su concreción, que a menudo depende de recursos materiales, plantea el interrogante de su justiciabilidad. Sin embargo, la falta de recursos no puede ser un argumento para incumplir estos derechos, ni para que los tribunales eludan su responsabilidad de garantizarlos.

La interpretación de los DESCA ha evolucionado. Inicialmente, se adoptó una visión antropocéntrica, donde estos derechos se justificaban por su contribución a la supervivencia humana. Hoy, se avanza hacia una visión integral, que reconoce la interdependencia e indivisibilidad de todos los derechos humanos. El medio ambiente debe ser protegido por su valor intrínseco, y no solo por su utilidad para la humanidad.

El cambio climático, una problemática específica dentro de los derechos ambientales, presenta desafíos únicos. Su impacto en la salud, la vida, el acceso al agua y la alimentación exige una comprensión profunda y precisa. Además, la "emergencia climática" requiere considerar las desigualdades existentes y sus efectos diferenciados en las poblaciones vulnerables.

El informe de la REDESCA de la CIDH sobre pobreza, cambio climático y DESCA en Centroamérica y México, publicado en 2023, destaca los efectos diferenciados de la crisis climática en la movilidad humana, especialmente en las poblaciones históricamente excluidas. Fenómenos como inundaciones, sequías y el deterioro de ecosistemas impulsan la movilidad humana, tanto voluntaria como forzada. Estos fenómenos, a su vez, impactan en derechos colectivos como la autodeterminación y el derecho a la tierra y a un medio ambiente sano.

Es crucial impulsar un modelo de desarrollo que considere las necesidades presentes y futuras, integrando la dimensión ambiental en todas las políticas públicas. Los sistemas jurídicos y los tribunales enfrentan el reto de garantizar la justicia climática, especialmente ante la inacción de algunos gobiernos. La litigación internacional en materia de cambio climático está generando jurisprudencia relevante, aunque aún incipiente dada la magnitud del desafío. La inacción gubernamental se convierte en un obstáculo para la plena realización de los derechos humanos y la justicia climática, requiriendo un compromiso global y una acción decidida para proteger el planeta y garantizar un futuro digno para todos. La complejidad de la crisis climática exige una respuesta multifacética que involucre a gobiernos, sociedad civil, sector privado y academia, en la búsqueda de soluciones innovadoras y sostenibles que permitan mitigar sus efectos y adaptarnos a un mundo en constante transformación.

Fuente: El Heraldo de México