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26 de junio de 2025 a las 05:20

Dolor y adiós en la fiesta patronal

El silencio que hoy reina en el Barrio Nuevo de Irapuato es más desgarrador que cualquier grito. Apenas 24 horas atrás, la música y la risa llenaban el aire, celebrando la víspera de San Juan Bautista, una tradición arraigada en el corazón de esta comunidad. Ahora, solo el susurro del viento acariciando las veladoras, rodeadas de la macabra huella de la sangre seca, nos recuerda la pesadilla que se vivió la noche del martes. El concreto, aún manchado, parece gritar en silencio el horror de la masacre. Imaginen la escena: familias reunidas, niños correteando con la alegría propia de la fiesta, el aroma a pólvora de los fuegos artificiales mezclándose con el de la comida… y de pronto, el sonido ensordecedor de las balas, quebrando la armonía, transformando la celebración en un escenario de terror.

Doce vidas apagadas. Doce familias destrozadas. Un barrio entero sumido en el dolor y la incredulidad. "Estábamos a la vuelta", recuerda con voz temblorosa un vecino, su mirada perdida en el vacío. "Corrimos al escuchar los disparos… el tiradero de gente, los gritos de las mujeres… una escena que jamás podré borrar de mi memoria". Su testimonio, crudo y desgarrador, nos dibuja la magnitud de la tragedia. La desesperación de la gente buscando refugio, la angustia de las madres protegiendo a sus hijos, el eco de las sirenas que tardaron en llegar… una cacofonía de dolor que aún resuena en las calles.

La lona festiva, dedicada a San Juan Bautista, aún cuelga, un triste contraste con la realidad que se impone. Cada mancha de sangre en la acera, cada veladora encendida, cuenta una historia de dolor, de vidas truncadas. "Mi hermana cayó muerta aquí mismo", relata con voz entrecortada un miembro de la familia Garibaldi, una de las más afectadas por la tragedia. "Tenía a su hijo en brazos… el bebé, de apenas un año y cuatro meses, se salvó de milagro". La imagen de esa madre protegiendo a su hijo hasta el último instante es un puñal en el corazón. La inocencia arrebatada, el futuro robado.

La Fiscalía confirma once víctimas mortales, ocho hombres, dos mujeres y un joven de tan solo 17 años. Pero la cifra asciende a doce con el fallecimiento de otra víctima esta mañana. ¿Quiénes eran? ¿Cuáles eran sus sueños? ¿Qué planes tenían para el futuro? Preguntas que quedan suspendidas en el aire, como un eco doloroso de la tragedia.

Siete veladoras parpadean en la banqueta, frente a los "toritos" de pirotecnia que no alcanzaron a encenderse. Testigos presenciales describen la llegada de seis sujetos, caminando con la frialdad de quien no conoce el valor de la vida. Se detuvieron en medio de la calle y comenzaron a disparar indiscriminadamente, sin importarles la presencia de niños, mujeres, familias enteras reunidas para celebrar. Un acto de barbarie que ha dejado una herida profunda en el corazón de Irapuato.

¿Qué llevó a estos individuos a cometer semejante atrocidad? ¿Qué futuro le espera a un barrio marcado por la violencia? La incertidumbre se cierne sobre Irapuato, mientras las autoridades investigan los hechos. Más allá de las cifras y los datos oficiales, hay un tejido social roto, una comunidad que llora a sus muertos y se pregunta cómo reconstruir su vida después de esta tragedia. El Barrio Nuevo de Irapuato, que cada 24 de junio celebraba la vida, hoy se enfrenta al dolor más profundo. Y mientras las veladoras siguen consumiéndose, la pregunta sigue en el aire: ¿cuándo volverá la paz a estas calles?

Fuente: El Heraldo de México