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26 de junio de 2025 a las 02:45

Venado escapa de atropello en Playa del Carmen

La tensión se palpa en el aire. El sol caribeño, habitualmente un bálsamo, parece intensificar la angustia del venado cola blanca atrapado en una danza macabra entre la urbanización implacable y el instinto de supervivencia. El reciente video viral, que muestra a guardias de seguridad de Playacar acorralando al animal hasta casi empujarlo a la carretera federal 307, ha desatado una ola de indignación en redes sociales y reavivado el debate sobre la convivencia entre el desarrollo humano y la preservación de la fauna silvestre en destinos turísticos como Playa del Carmen. Las imágenes, crudas y perturbadoras, muestran la desorientación del venado, sus ojos reflejando el pánico mientras los guardias, aparentemente sin un protocolo claro, lo cercan. La escena culmina con el animal, en un desesperado intento por escapar, lanzándose a la transitada carretera, donde una camioneta lo esquiva por escasos centímetros. Si bien el venado logró cruzar la vía ileso en esta ocasión, el incidente deja un sabor amargo y una profunda preocupación por el futuro de estas criaturas en un entorno cada vez más hostil.

Más allá del susto, este episodio revela una problemática recurrente: la falta de preparación y sensibilidad en el manejo de la fauna silvestre por parte del personal encargado de la seguridad en zonas residenciales como Playacar. La pregunta que resuena es: ¿qué tipo de capacitación reciben estos guardias para lidiar con situaciones que involucran animales silvestres? ¿Existe un protocolo establecido para su resguardo y protección? La ausencia de respuestas claras por parte de la administración del fraccionamiento alimenta la desconfianza y la indignación de la comunidad. Es imperativo que se implementen medidas concretas para garantizar la seguridad tanto de los residentes como de la fauna que habita la zona. No basta con lamentar los incidentes; se requiere una acción proactiva que incluya la capacitación del personal, la creación de corredores seguros para los animales y la colaboración con expertos en manejo de fauna silvestre.

Este incidente, lamentablemente, no es un caso aislado. La historia de Playacar está marcada por una serie de eventos que evidencian la fragilidad de la coexistencia entre el desarrollo urbano y la vida silvestre. Recordemos el caso del venado atropellado en mayo de 2025 en Playacar Fase 2, un recordatorio doloroso de las consecuencias de la invasión del hábitat natural de estos animales. Y aún más impactante, el caso de los venados desplazados entre los escombros del proyecto inmobiliario “Legacy by AWA”, donde se reportó la muerte de al menos tres ejemplares, incluyendo una hembra y su cría. Estas pérdidas irreparables son un llamado urgente a la reflexión sobre el modelo de desarrollo que estamos implementando en zonas de alta biodiversidad.

La clausura del predio por parte de la Profepa, tras confirmar la tala ilegal de selva mediana subperennifolia, es una victoria parcial. Si bien se sanciona la infracción, no se repara el daño ecológico ni se garantiza la protección a largo plazo de la fauna que ha perdido su hogar. Es necesario ir más allá de las sanciones económicas y exigir la implementación de medidas de restauración ambiental que permitan la recuperación del ecosistema y la creación de un entorno seguro para los venados y otras especies.

El futuro de los venados en Playacar, y en otras zonas de desarrollo turístico, depende de nuestra capacidad para conciliar el progreso con la conservación. La educación ambiental, la participación ciudadana y la presión sobre las autoridades para que implementen políticas efectivas de protección a la fauna silvestre son claves para lograr un equilibrio sostenible. No podemos permitir que la belleza natural de nuestros destinos turísticos se vea opacada por la tragedia de la extinción. El video del venado acorralado es un llamado a la acción, una oportunidad para repensar nuestro rol en la protección de la vida silvestre y construir un futuro donde la convivencia entre humanos y animales sea posible.

Fuente: El Heraldo de México