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26 de junio de 2025 a las 02:45

Química contra la violencia

La Ingeniería Química, un campo fascinante que se centra en la transformación de materiales y energía, a menudo se percibe como una disciplina puramente técnica. Sin embargo, sus implicaciones se extienden mucho más allá de las ecuaciones y los procesos industriales, alcanzando las complejas esferas de la paz y el conflicto. Es crucial comprender cómo nuestras acciones, como ingenieros químicos, pueden influir en la sociedad y contribuir, sin darnos cuenta, a perpetuar ciclos de violencia, o por el contrario, a construir un futuro más justo y sostenible.

La violencia, en sus múltiples formas, a menudo se asocia con actos físicos directos. No obstante, existen formas más sutiles e insidiosas que se infiltran en las estructuras de la sociedad, perpetuando la desigualdad y el sufrimiento. La violencia estructural, por ejemplo, se manifiesta en la falta de acceso a recursos básicos como el agua potable. Imaginen comunidades enteras, en pleno siglo XXI, sin acceso regular a un recurso tan vital. Esto, según datos del IMTA (2022), es una realidad para muchas familias en México, impactando directamente en su salud, bienestar y oportunidades de desarrollo. Aquí es donde la Ingeniería Química puede desempeñar un papel crucial. Desarrollando procesos de tratamiento y purificación de agua más eficientes y accesibles, podemos contribuir a desmantelar estas estructuras de desigualdad y a construir un futuro más equitativo.

La contaminación ambiental, otro ejemplo palpable de violencia estructural, es un problema global que afecta de manera desproporcionada a las comunidades más vulnerables. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2023) ha advertido sobre los graves riesgos para la salud asociados a la exposición prolongada a contaminantes industriales, incluyendo enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Como ingenieros químicos, tenemos la responsabilidad de desarrollar procesos industriales más limpios y sostenibles, minimizando el impacto ambiental y protegiendo la salud de las comunidades. No podemos seguir aceptando la contaminación como un "mal necesario" para el progreso. Debemos desafiar esta narrativa y buscar soluciones innovadoras que permitan el desarrollo económico sin comprometer la salud del planeta y sus habitantes.

La violencia directa, aunque más visible, no es menos preocupante. La industria armamentista, por ejemplo, utiliza el conocimiento químico para desarrollar armas y explosivos, perpetuando ciclos de conflicto y destrucción. Como profesionales, debemos reflexionar sobre las implicaciones éticas de nuestro trabajo y evitar participar en proyectos que contribuyan a la violencia. Nuestro conocimiento y habilidades pueden y deben ser utilizados para construir, no para destruir.

La violencia cultural, la más sutil de todas, se manifiesta en la normalización de la violencia directa y estructural. La idea de que la explotación de recursos naturales y el daño ambiental son inevitables para el progreso económico es un ejemplo claro de esta forma de violencia. Debemos cuestionar estos supuestos y promover una cultura de respeto por el medio ambiente y las comunidades. La sostenibilidad no es un obstáculo para el desarrollo, sino una condición indispensable para un futuro viable.

Johan Galtung, reconocido sociólogo y principal fundador de los estudios sobre la paz y los conflictos, argumenta que la paz no es simplemente la ausencia de guerra, sino la presencia de justicia social y sostenibilidad ambiental (Galtung, 1996). Esta visión integral de la paz debe ser el faro que guíe nuestro trabajo como ingenieros químicos.

El futuro de la Ingeniería Química reside en la innovación y la responsabilidad. Debemos enfocar nuestros esfuerzos en el desarrollo de tecnologías limpias y sostenibles, como las energías renovables y el reciclaje, que contribuyan a mitigar el cambio climático y a construir un futuro más justo y equitativo. Greenpeace México (2023) ha destacado la importancia de reducir las emisiones industriales para proteger a las comunidades vulnerables. Este es el desafío que debemos asumir. Nuestro compromiso con la sociedad y el planeta debe ir más allá de la eficiencia técnica. Debemos ser agentes de cambio, promoviendo la sostenibilidad y la justicia social en cada una de nuestras acciones. El futuro está en nuestras manos.

Fuente: El Heraldo de México