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25 de junio de 2025 a las 09:30

México y la guerra: ¿Cuál es su postura?

La tensión se palpa en el aire. El eco de las explosiones, aunque lejanas, resuena en los mercados globales, en los análisis políticos y en la incertidumbre que se dibuja en los rostros de la gente común. El Medio Oriente, una vez más, se convierte en el epicentro de un conflicto que amenaza con desbordarse y arrastrar consigo a naciones que, a simple vista, parecen ajenas al fuego cruzado. La reciente escalada de violencia entre Irán e Israel, avivada por la retórica incendiaria y las acciones –al menos inicialmente– ambiguas de Donald Trump, ha puesto de manifiesto la fragilidad del equilibrio geopolítico y la interconexión de un mundo cada vez más complejo. No se trata solo de misiles y bombardeos, sino del temor a una conflagración mayor, a un enfrentamiento que podría redefinir el mapa de alianzas y enemistades, y cuyas consecuencias económicas y sociales son aún difíciles de prever.

La sorpresiva mediación de Trump, tras haber atizado las llamas del conflicto, abre un nuevo capítulo en este drama geopolítico. ¿Es un genuino deseo de paz o una estrategia política para reforzar su imagen de cara a las elecciones? Sus críticas a Netanyahu, inusualmente duras para un aliado tradicional, sugieren un reajuste en las relaciones entre Washington y Tel Aviv. ¿Se trata de una ruptura definitiva o de una simple llamada de atención? El futuro de esta alianza, clave para la estabilidad de la región, pende de un hilo.

Irán, por su parte, ha demostrado una inusual combinación de firmeza y pragmatismo. Su respuesta a las provocaciones fue contundente, pero su aceptación del cese al fuego, condicionada a la desescalada, revela una voluntad de diálogo que no debe ser ignorada. El mensaje del presidente Pezeshkian es claro: Irán no busca la guerra, pero está preparado para defenderse.

En este contexto volátil, México, a pesar de su distancia geográfica, no es inmune a las repercusiones del conflicto. La presidenta Sheinbaum, fiel a la Doctrina Estrada, ha hecho un llamado a la paz y al respeto a la autodeterminación de los pueblos. Sin embargo, las consecuencias económicas ya se hacen sentir. La dependencia de México de las importaciones de combustibles y la volatilidad de los mercados globales han provocado un aumento en los precios y una devaluación del peso. La incertidumbre se traduce en ansiedad para las familias mexicanas y un desafío para la política económica del gobierno.

Más allá de lo económico, la cercanía de México con Estados Unidos lo coloca en una posición delicada. La presión para que México tome partido podría aumentar si el conflicto se reactiva, poniendo a prueba la política exterior mesurada de Sheinbaum. En un mundo cada vez más polarizado, mantener la neutralidad y defender los principios de no intervención se convierte en un acto de malabarismo diplomático.

El futuro es incierto. La paz en el Medio Oriente parece frágil, y las consecuencias del conflicto se extienden mucho más allá de sus fronteras. México, como muchos otros países, se enfrenta al desafío de navegar en estas aguas turbulentas, protegiendo sus intereses y defendiendo la paz, no solo con palabras, sino con acciones concretas que fortalezcan su soberanía y su estabilidad. El camino no será fácil, pero la historia nos enseña que la prudencia, la diplomacia y la cooperación internacional son las mejores herramientas para enfrentar las tormentas geopolíticas.

Fuente: El Heraldo de México