
25 de junio de 2025 a las 09:25
Inflación: ¿Culpa de políticos?
La sombra de la incertidumbre se cierne sobre miles de familias inmigrantes en Estados Unidos. Las redadas y deportaciones, lejos de disminuir, parecen intensificarse, alimentando el temor y la angustia en comunidades enteras. A pesar de las promesas oficiales de centrarse en la deportación de criminales, la realidad en el terreno pinta un panorama diferente, donde la línea entre la aplicación de la ley y la persecución indiscriminada se difumina cada vez más. Testimonios desgarradores relatan cómo familias son separadas, niños arrancados de sus hogares y personas trabajadoras, que contribuyen a la economía del país, deportadas sin miramientos. Este clima de miedo no solo afecta a los indocumentados, sino que también impacta a sus familias, amigos y comunidades, creando una atmósfera de tensión e inseguridad.
La decisión de la Suprema Corte de Justicia, que permite al gobierno detener y deportar inmigrantes sin el debido proceso, ha echado más leña al fuego. Esta medida, considerada por muchos como un retroceso en materia de derechos humanos, facilita las deportaciones exprés y deja a miles de personas en una situación de extrema vulnerabilidad, sin la posibilidad de defenderse legalmente ni de acceder a un juicio justo. ¿Es este el país que se precia de ser el defensor de la libertad y la justicia?
La eliminación de protecciones laborales para las trabajadoras agrícolas con visas H-2A es otra muestra de la precariedad a la que se enfrentan muchos inmigrantes. Estas trabajadoras, esenciales para la producción de alimentos en el país, se ven ahora expuestas a la explotación laboral y a condiciones de trabajo inhumanas, sin las garantías mínimas que les permitan reclamar sus derechos.
La deportación de peticionarios de asilo cubanos y venezolanos, un grupo que en su mayoría huye de la persecución política y la crisis económica en sus países de origen, ha generado una ola de indignación, incluso entre algunos partidarios del gobierno. Muchos ven en esta medida una traición a quienes confiaron en las promesas de un futuro mejor y que ahora se enfrentan a la devastadoraperspectiva de ser devueltos a la misma situación de la que escaparon.
Las consecuencias de estas políticas van más allá del drama humano. El impacto económico también es preocupante. La disminución del turismo, la escasez de mano de obra en sectores clave como la agricultura, la construcción y los servicios, y la incertidumbre generalizada, amenazan con frenar el crecimiento económico del país. Algunos expertos advierten que el costo a mediano plazo de las deportaciones masivas podría ser devastador, con una caída significativa del Producto Interno Bruto en los próximos años. ¿Vale la pena sacrificar la prosperidad económica en el altar de una política migratoria restrictiva y en muchos casos, inhumana?
El futuro de miles de inmigrantes y el de la economía estadounidense penden de un hilo. La necesidad de un diálogo serio y constructivo sobre la reforma migratoria es más urgente que nunca. Es hora de buscar soluciones que respeten los derechos humanos, promuevan la integración y garanticen el bienestar de todos, sin importar su origen o estatus migratorio.
Fuente: El Heraldo de México