
25 de junio de 2025 a las 21:40
Frena 4T a jueces fantasma
La propuesta del Ejecutivo Federal, impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, abre un nuevo capítulo en la protección de quienes imparten justicia en casos de delincuencia organizada. Se trata de una iniciativa que busca blindar a las personas juzgadoras y a sus familias ante las amenazas que se derivan de enfrentar a poderosas estructuras criminales. No se trata de una medida trivial, sino de una respuesta a la preocupante realidad que viven quienes tienen en sus manos la responsabilidad de aplicar la ley en casos de alta complejidad y peligrosidad.
Esta iniciativa, enviada a la Comisión Permanente del Congreso, plantea la posibilidad de implementar medidas excepcionales para resguardar la identidad de las personas juzgadoras en las distintas etapas del proceso penal: investigación, proceso y ejecución de sanciones. Imaginemos el peso que recae sobre los hombros de un juez o una jueza que debe tomar decisiones cruciales en un caso que involucra a un grupo del crimen organizado. Su integridad, y la de su familia, puede verse comprometida por las represalias que estas organizaciones criminales podrían tomar. Este mecanismo de protección busca precisamente aliviar esa presión y garantizar que la justicia pueda impartirse sin temor a consecuencias.
Sin embargo, la propuesta no otorga un cheque en blanco para el anonimato de los juzgadores. Se establece un riguroso proceso para determinar la necesidad de estas medidas. No basta una simple solicitud, sino que se requiere la verificación de un riesgo "probable, real y grave" para la vida o integridad de la persona juzgadora y su familia. Se deben presentar indicios concretos de la participación del acusado en hechos de delincuencia organizada, evaluar la capacidad del grupo delictivo para causar daño y analizar la capacidad de las autoridades para brindar protección alternativa. Es un análisis exhaustivo que busca equilibrar la necesidad de protección con la transparencia y el derecho a un juicio justo.
La propuesta detalla los factores que se tomarán en cuenta para evaluar el riesgo: la capacidad real del grupo delictivo para infligir daño, la gravedad del delito y la posible pena, e incluso la existencia de intentos de interferir en el proceso judicial o de amenazar a las personas juzgadoras y sus familias. Se trata de una red de seguridad que se teje con precisión, considerando las particularidades de cada caso y las circunstancias específicas de las personas involucradas.
Es importante destacar que esta iniciativa no se limita a proteger la vida e integridad de los juzgadores. En un sentido más amplio, busca salvaguardar la independencia del Poder Judicial. Al brindar seguridad a quienes imparten justicia, se fortalece el Estado de Derecho y se garantiza que las decisiones judiciales se tomen con base en la ley y no bajo la sombra de la intimidación. Se trata, en última instancia, de proteger la justicia misma, asegurando que pueda operar con libertad e imparcialidad, sin ceder ante las presiones del crimen organizado.
Esta propuesta, sin duda, generará un debate profundo en el Congreso. Se analizarán sus alcances, sus implicaciones y la mejor manera de implementarla. Lo que está en juego es la seguridad de quienes nos protegen a través de la ley, y la capacidad del Estado para combatir la delincuencia organizada sin poner en riesgo la integridad de sus instituciones. Es una discusión crucial para el futuro de la justicia en México.
Fuente: El Heraldo de México