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25 de junio de 2025 a las 09:15

Domina el arte del apoyo

La violencia en el noviazgo adolescente, un obstáculo silencioso para el derecho a aprender. Un tema que, aunque invisible a simple vista, corroe los cimientos del desarrollo académico y personal de nuestras jóvenes. Imaginemos un aula llena de rostros jóvenes, llenos de sueños y aspiraciones. ¿Qué sucede cuando la sombra de la violencia se cierne sobre algunas de estas alumnas, limitando su capacidad de concentrarse, de participar, de simplemente existir plenamente en el espacio educativo? No hablamos de violencia física únicamente, aunque esta sea la manifestación más visible y alarmante. Nos referimos también a la violencia psicológica, ese sutil veneno que mina la autoestima, la confianza y la seguridad en sí mismas. Los celos excesivos, el control manipulador, la humillación constante, las amenazas veladas… todas estas formas de violencia, aunque no dejen marcas físicas, dejan profundas cicatrices en el alma y dificultan el pleno ejercicio del derecho a aprender.

El dato es alarmante: el 55% de las mujeres asesinadas a nivel mundial mueren a manos de sus parejas. Una cifra que nos obliga a reflexionar sobre la gravedad del problema y la urgencia de intervenir. Y si bien la violencia de género es un problema complejo que requiere un abordaje integral, la escuela juega un papel fundamental en la prevención y atención de la violencia en el noviazgo adolescente.

No se trata de responsabilizar a los centros educativos de todos los males sociales, sino de reconocer que es en la escuela donde las adolescentes comienzan a explorar sus primeras relaciones afectivas, muchas veces con sus propios compañeros. Es ahí donde pueden aparecer los primeros signos de violencia, impactando directamente en su rendimiento académico y su bienestar emocional. Una alumna que vive bajo la sombra de la violencia puede tener dificultades para concentrarse en clase, para participar activamente, para asistir regularmente a la escuela. El miedo, la ansiedad y el estrés se convierten en barreras invisibles que limitan su potencial de aprendizaje.

¿Qué podemos hacer entonces? Prohibir las relaciones de noviazgo en la adolescencia no es la solución. La prohibición solo lleva a la clandestinidad y dificulta la detección de situaciones de riesgo. Lo que necesitamos es educar, informar y brindar herramientas tanto a docentes como a estudiantes para identificar las señales de alerta y actuar a tiempo.

Herramientas como la Guía para Docentes, desarrollada por Mexicanos Primero en alianza con la Fundación Naná, son un recurso valioso para ayudar al profesorado a detectar las señales de violencia en el noviazgo y ofrecer el apoyo necesario. Esta guía proporciona pautas claras y concretas para abordar la situación, desde la identificación de los primeros signos hasta la derivación a servicios especializados.

La clave está en la formación y la sensibilización de toda la comunidad educativa. Padres, madres, docentes, personal administrativo… todos tenemos un papel que desempeñar en la prevención y erradicación de la violencia. Es necesario generar espacios de diálogo y reflexión sobre las relaciones sanas y la importancia del respeto y la igualdad. No podemos permitir que la violencia en el noviazgo adolescente siga siendo un obstáculo silencioso para el derecho a aprender. Cada acción que tomemos, por pequeña que sea, puede marcar la diferencia en la vida de una joven y contribuir a construir un futuro libre de violencia. Es nuestra responsabilidad como adultos garantizar que todas las alumnas tengan la oportunidad de desarrollar plenamente su potencial y alcanzar sus sueños.

Fuente: El Heraldo de México