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25 de junio de 2025 a las 09:15

Desafíos de la Nueva Corte

La renovación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) trae consigo una serie de desafíos cruciales que demandan una actuación inmediata y estratégica. La transición de 11 a 9 ministros, la disolución de las Salas y la consiguiente redistribución de competencias, no se limita a un simple reacomodo de piezas en un tablero. Estamos hablando de una reingeniería profunda que impactará directamente en el ritmo y la eficiencia de la justicia en México.

El primer escollo a superar es la reforma al reglamento interno de la Corte. No se trata de un mero trámite burocrático, sino de la piedra angular sobre la que se construirá el nuevo modelo de trabajo. Esta reforma debe ser precisa como un bisturí, diseñada con un profundo conocimiento de los intrincados procesos judiciales, para evitar que la maquinaria de la justicia se atasque en sus primeros pasos. La nueva dinámica de trabajo, con ponencias mixtas que abarcan todas las materias, desde acciones de inconstitucionalidad hasta amparos directos en revisión, exige una coordinación impecable y una claridad meridiana en la asignación de responsabilidades.

A este desafío se suma la complejidad de coordinarse con el recién creado Órgano de Administración Judicial, del cual dependerá la Corte para la gestión de sus recursos. Esta nueva dinámica introduce una variable inédita en la ecuación, que requiere de una comunicación fluida y una colaboración estrecha entre ambas instancias para garantizar el óptimo funcionamiento del máximo tribunal. Imaginemos la situación: la Corte, con una carga de trabajo monumental, dependiendo de un órgano externo para la asignación de personal, presupuesto y tecnología. La posibilidad de fricciones y retrasos es un riesgo latente que debe ser abordado con previsión y diligencia.

En este contexto, los trabajos de transición, aunque informales, adquieren una relevancia capital. Son la antesala del nuevo ciclo, el momento de sentar las bases para un arranque eficiente. La comunicación entre el equipo saliente y el entrante, la transmisión de conocimientos y la identificación de áreas críticas, son aspectos fundamentales para evitar una parálisis inicial que agravaría el rezago existente. Áreas clave como Comunicación Social, Sistemas Informáticos, Recursos Humanos y Contraloría, jugarán un papel neurálgico en este proceso de adaptación.

No podemos obviar el hecho de que un comienzo lento tendría consecuencias graves. El rezago en la resolución de asuntos pendientes no solo afectaría a los justiciables, sino que podría activar la intervención del Tribunal de Disciplina Judicial, generando una situación de tensión innecesaria.

En definitiva, la nueva Suprema Corte se enfrenta a un reto mayúsculo. No hay margen para la improvisación ni para errores que puedan deslegitimar la reforma judicial. Se requiere liderazgo, visión estratégica y una gran capacidad de adaptación para navegar con éxito en estas aguas turbulentas. La justicia en México depende, en gran medida, de la eficacia y la transparencia con la que la nueva Corte asuma sus responsabilidades. El patrimonio, el trabajo y la libertad de las personas están en juego, y la sociedad espera una justicia pronta, expedita y completa.

Fuente: El Heraldo de México