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25 de junio de 2025 a las 09:30

Comunicación vital en situaciones de riesgo

La tierra tiembla, el viento ruge, la lluvia cae sin cesar. Son momentos de angustia, de incertidumbre, donde la naturaleza despliega su fuerza implacable. En México, un país marcado por la presencia constante de estos fenómenos, la comunicación se convierte en un faro en medio de la tempestad. No se trata solo de informar, sino de tejer una red de seguridad basada en la confianza, la transparencia y la inmediatez. De ello depende la capacidad de respuesta de las comunidades, la mitigación de los daños y, en última instancia, la preservación de la vida.

Imaginen el escenario: un huracán categoría 5 se acerca a las costas. La información fluye a través de todos los canales disponibles: radio, televisión, redes sociales, mensajes de texto. Cada boletín meteorológico, cada aviso de protección civil, se convierte en una herramienta vital. Pero la comunicación no es unidireccional. Las autoridades escuchan a la población, atienden sus dudas, responden a sus necesidades. Se establecen canales de comunicación bidireccionales, donde las comunidades pueden reportar incidentes, solicitar ayuda y compartir información relevante.

La clave radica en la anticipación. Antes de que la tormenta toque tierra, se implementan campañas de concientización, se difunden protocolos de seguridad, se realizan simulacros. Se identifican las zonas de mayor riesgo, se establecen rutas de evacuación, se habilitan albergues. La información precisa y accesible empodera a la población, le permite tomar decisiones informadas y prepararse para enfrentar la emergencia.

Pero la comunicación no se detiene cuando el huracán impacta. Durante la contingencia, se mantiene un flujo constante de información actualizada sobre la trayectoria del fenómeno, las zonas afectadas, los servicios de emergencia disponibles. Se combate la desinformación, se desmienten rumores, se promueve la calma y la solidaridad.

En la etapa de recuperación, la comunicación juega un papel fundamental en la reconstrucción del tejido social. Se informa sobre los programas de apoyo, se difunden las medidas de prevención para futuras contingencias, se reconoce la resiliencia de las comunidades. Se construye un diálogo abierto y participativo, donde la voz de los afectados es escuchada y tomada en cuenta.

Más allá de los huracanes, la comunicación estratégica es crucial ante cualquier tipo de desastre natural. Un sismo, una erupción volcánica, una inundación, todos requieren una respuesta coordinada y una comunicación efectiva. La experiencia nos ha enseñado que la información oportuna y veraz puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Por ello, invertir en sistemas de alerta temprana, fortalecer las capacidades de comunicación de las comunidades y promover la cultura de la prevención son acciones indispensables para construir un México más resiliente ante los embates de la naturaleza.

La comunicación en tiempos de crisis no es un lujo, es una necesidad. Es la herramienta que nos permite enfrentar los desafíos con mayor fortaleza, proteger a los más vulnerables y construir un futuro más seguro para todos. Es, en definitiva, un acto de responsabilidad y solidaridad que nos une como nación.

Fuente: El Heraldo de México