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25 de junio de 2025 a las 16:45
Ciudad de México: ¿se hunde?
La Ciudad de México se hunde, y no es una novedad. Lo que sí es alarmante es la velocidad a la que lo hace. Expertos de la UNAM advierten que, en menos de una década, algunas zonas de la capital podrían volverse inhabitables. Imaginen, en tan solo diez años, calles agrietadas, casas inclinadas, servicios básicos interrumpidos, un paisaje urbano deformado y miles de familias desplazadas. Este escenario, que parece sacado de una película de ciencia ficción, es la realidad que nos espera si no actuamos con urgencia.
El geólogo Sergio Ramírez, de la UNAM, explica que la composición del suelo capitalino es el principal culpable. Un 70% del terreno es altamente susceptible a los cambios debido a su alta concentración de agua. La extracción descontrolada de este líquido vital es como quitarle los cimientos a un edificio. Cada año, la ciudad se hunde entre 10 y 30 centímetros. Hagan cuentas: en una década, podríamos estar hablando de un descenso de hasta tres metros. Tres metros que se traducen en grietas en las paredes, tuberías rotas, inundaciones y un sinfín de problemas que impactarán directamente en la vida de miles de personas.
Y no se trata solo de la extracción de agua. Wendy Morales, también geóloga de la UNAM, señala que el crecimiento desmedido de la población, el desarrollo urbano sin planificación y el peso de las construcciones agravan la situación. La ciudad, construida sobre lo que alguna vez fue un lago, soporta el peso de edificios, centros comerciales y una infraestructura que la aplasta lentamente. Es como si estuviéramos añadiendo ladrillos a una balsa que ya está a punto de hundirse.
A esto se suma el problema de las lluvias. Cada año, entre junio y octubre, la ciudad se convierte en un laberinto de inundaciones. El concreto y el asfalto, que cubren la mayor parte del suelo, impiden la absorción del agua. Las escasas áreas verdes no son suficientes para contrarrestar este efecto. La acumulación de agua en zonas bajas acelera el deterioro del subsuelo, creando un círculo vicioso de hundimiento e inundaciones.
La situación es crítica, pero no irreversible. Aún estamos a tiempo de mitigar los efectos de este fenómeno. Los expertos instan a un uso responsable del agua, tanto a nivel individual como colectivo. Reparar las fugas en casa, cerrar la llave mientras nos cepillamos los dientes, reutilizar el agua de la lavadora, recolectar agua de lluvia… son pequeñas acciones que, multiplicadas por millones de habitantes, pueden marcar la diferencia. En épocas de escasez, debemos ser aún más conscientes: almacenar agua en recipientes limpios, usar cubetas en lugar de mangueras, y evitar cualquier gasto innecesario.
No podemos seguir ignorando las señales. La Ciudad de México se hunde, y nos hundimos con ella si no actuamos. El futuro de la capital, y el de millones de personas, está en nuestras manos. El cambio empieza con cada uno de nosotros. Informémonos, compartamos esta información y tomemos medidas antes de que sea demasiado tarde.
Fuente: El Heraldo de México