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24 de junio de 2025 a las 21:15

Militares al poder: ¿Voto o imposición?

La posibilidad de que miembros de la Guardia Nacional puedan acceder a cargos públicos mediante licencia ha desatado un intenso debate en la esfera política mexicana. Mientras la oposición alza la voz en señal de alarma, argumentando una potencial militarización de la vida civil, la Presidenta Claudia Sheinbaum se mantiene firme en su postura, defendiendo la legalidad y la pertinencia de esta medida.

La controversia radica en la interpretación de la reforma a la Ley de la Guardia Nacional, que según algunos críticos, abriría la puerta a una participación activa de militares en la política, desdibujando la línea entre las fuerzas armadas y el poder civil. Sin embargo, Sheinbaum ha refutado estas acusaciones, calificándolas de "ignorantes" y asegurando que la posibilidad de que un miembro de la Guardia Nacional solicite licencia para ocupar un cargo público no es una novedad introducida por esta reforma, sino que se encuentra amparada por la Constitución desde 1917 y regulada por la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos desde 1972.

El artículo 174 de dicha ley, en efecto, contempla la "licencia especial" para militares que deseen desempeñar cargos de elección popular o ser nombrados por el Presidente para actividades ajenas al servicio militar, incluyendo empleos civiles en dependencias del Ejecutivo Federal. Esta licencia, según la Presidenta, no representa una amenaza a la democracia, sino un derecho que se alinea con la tradición constitucional del país.

Para comprender mejor el alcance de esta medida, es crucial analizar las cuatro licencias que los miembros de la Guardia Nacional pueden solicitar, tal como lo ha explicado el jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, Arturo Coronel Flores. Estas licencias abarcan diversas situaciones, desde la participación en procesos electorales hasta el desempeño de funciones civiles, ofreciendo un marco legal claro para la transición de la vida militar a la civil.

La discusión, sin embargo, va más allá de la mera legalidad. Se trata de una cuestión de principios y de la percepción ciudadana sobre el rol de las fuerzas armadas en la sociedad. ¿Representa esta medida un riesgo para la independencia de las instituciones civiles? ¿Podría generar un desequilibrio de poder? ¿Existe el peligro de una creciente influencia militar en la toma de decisiones políticas? Estas son preguntas cruciales que deben ser abordadas con seriedad y responsabilidad.

La Presidenta Sheinbaum, por su parte, insiste en la necesidad de diferenciar entre la función de la Guardia Nacional como cuerpo de seguridad y la posibilidad de que sus miembros, en su calidad de ciudadanos, participen en la vida política del país. Para ella, se trata de un derecho fundamental que no debe ser negado ni tergiversado con fines políticos.

En este contexto, resulta fundamental un análisis profundo y objetivo de la reforma, que disipe las dudas y permita a la ciudadanía comprender las implicaciones reales de esta medida. La transparencia y el debate informado son esenciales para fortalecer la democracia y garantizar el equilibrio de poderes. Solo así se podrá construir una sociedad más justa y segura, donde las instituciones civiles y militares coexistan en armonía y respeto mutuo.

Fuente: El Heraldo de México