
24 de junio de 2025 a las 03:15
León Tovar: Nadie está por encima de la ley
Un nuevo capítulo se abre en la historia de la justicia mexicana. Con la llegada del Tribunal de Disciplina Judicial, prometen tiempos de cambio, de transparencia y, sobre todo, de rendición de cuentas. Una promesa que resuena con fuerza en los oídos de una sociedad hastiada de la opacidad y la complejidad del sistema judicial. El magistrado electo, Rufino León Tovar, ha tomado las riendas de este nuevo organismo con la firme convicción de saldar una "deuda histórica". Sus palabras, cargadas de simbolismo, apuntan a un futuro donde la justicia deje de ser un laberinto inaccesible para el ciudadano común.
Imaginen un sistema donde la justicia sea tan clara que hasta un niño de primaria pueda comprender sus resoluciones. Este es el ambicioso objetivo que se ha planteado el Tribunal de Disciplina Judicial. Un objetivo que busca derribar las barreras del lenguaje jurídico y acercar la justicia a quienes más la necesitan. No más tecnicismos incomprensibles, no más sentencias que se pierden en la maraña legal. La promesa es una justicia accesible, comprensible y, por ende, más justa.
La impunidad, esa herida abierta en el tejido social, también está en la mira del nuevo Tribunal. Con la facultad de investigar y sancionar a jueces, magistrados y ministros, se busca erradicar la idea de que existen figuras intocables dentro del sistema. Desde amonestaciones públicas hasta la destitución, las sanciones prometen ser ejemplares y proporcionales a la falta cometida. Un mensaje claro y contundente: nadie está por encima de la ley.
La creación de este Tribunal no surge de la nada. Es la respuesta a un clamor popular, al profundo malestar de una sociedad que se ha sentido excluida y vulnerada por las fallas del sistema. Más de cuatro millones de votos respaldan este proyecto, una cifra que habla por sí sola de la necesidad de un cambio profundo. La elección, reconoce León Tovar, fue complicada, pero la verdadera prueba de fuego apenas comienza. El reto ahora es traducir las promesas en resultados tangibles, en una justicia que responda a las expectativas ciudadanas.
La independencia técnica y de gestión del Tribunal se presenta como una garantía fundamental para su correcto funcionamiento. Libre de presiones externas, podrá investigar a fondo las quejas ciudadanas, poniendo especial atención en las dilaciones excesivas que, en algunos casos, llegan a prolongarse hasta por una década. Eliminar las trabas procedimentales que tanto afectan a los justiciables es otra de las prioridades de este nuevo organismo.
El camino hacia una justicia más transparente y eficaz no será fácil. Exigirá un esfuerzo conjunto de todas las partes involucradas: jueces, magistrados, abogados y, por supuesto, la sociedad en su conjunto. El Tribunal de Disciplina Judicial se presenta como una herramienta fundamental en esta lucha, una herramienta que promete acercarnos a la justicia que todos merecemos. Ahora, con la mirada puesta en el futuro, solo queda esperar que las promesas se cumplan y que la justicia, por fin, deje de ser un privilegio para convertirse en un derecho accesible para todos. El tiempo, como siempre, será el mejor juez.
Fuente: El Heraldo de México