24 de junio de 2025 a las 19:00
La última carta de Isabel Miranda
La sombra de la duda y la incertidumbre se cierne nuevamente sobre el caso Wallace. A tres meses de la partida de Isabel Miranda de Wallace, una carta póstuma, escrita con la premonición de su propio fin, ha sacudido los cimientos de la investigación y reavivado las brasas de un dolor que parecía apagado. En un ambiente cargado de tensión, Roberto Miranda, hermano de la incansable activista, se ha convertido en la voz de Isabel, compartiendo con el periodista Ciro Gómez Leyva un documento que estremece por su crudeza y desesperanza.
La misiva, redactada desde la fragilidad de una cama de hospital, revela los temores más profundos de Isabel: la liberación de los presuntos secuestradores de su hijo, Hugo Alberto. Un temor fundamentado, según sus palabras, en la corrupción que, como una enfermedad silenciosa, corroe las entrañas del sistema judicial. Con cada palabra, Isabel dibuja un panorama desolador, donde la justicia se convierte en una quimera inalcanzable, un espejismo en el desierto de la impunidad.
El nombre de Juana Hilda, una de las acusadas, resuena con fuerza en la carta. Isabel la señala como la primera ficha de un dominó que, al caer, arrastraría consigo la libertad de los demás implicados. La activista no duda en apuntar directamente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), acusándola de actuar, en algunos casos, bajo la sombra de la delincuencia organizada. Unas palabras que, como dardos envenenados, se clavan en el corazón de la institución encargada de impartir justicia.
La carta póstuma de Isabel no solo es una acusación, es también un grito desesperado, un último intento por mantener viva la llama de la justicia en un caso que la ha consumido durante años. Es el testimonio de una madre que, hasta en sus últimos momentos, luchó incansablemente por la verdad y el castigo para los responsables del secuestro y asesinato de su hijo.
Roberto Miranda, heredero de esta lucha, no solo se enfrenta al dolor de la pérdida de su hermana, sino también a la pesada carga de sus palabras y a la amenaza constante que pende sobre su familia. Las presuntas amenazas de muerte que ha recibido, lejos de amedrentarlo, parecen haberle insuflado una nueva fuerza, la fuerza de la memoria y la justicia.
La revelación de esta carta ha abierto una nueva grieta en un caso ya de por sí complejo y controvertido. Las acusaciones de Isabel, vertidas desde la proximidad de la muerte, resuenan con una fuerza inusitada, obligando a una profunda reflexión sobre el funcionamiento del sistema judicial y la lucha contra la impunidad. ¿Se hará justicia a Hugo Alberto? ¿Se investigarán a fondo las acusaciones de Isabel Miranda de Wallace? El tiempo y la actuación de las autoridades darán respuesta a estas preguntas, mientras la sombra de la duda continúa extendiéndose sobre el caso. La lucha de Isabel, ahora en manos de su hermano, continúa. La búsqueda de la verdad, aunque dolorosa, no cesará.
Fuente: El Heraldo de México