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24 de junio de 2025 a las 23:20
El Metro vio nacer estrellas
Mucho se habla del fulgurante éxito de Gustavo Adolfo Infante, del periodista incisivo y la personalidad televisiva que llena las pantallas mexicanas. Pero, ¿quién se esconde detrás del personaje? ¿Cómo fue el camino que lo llevó a la cima del entretenimiento? Pocos conocen la historia completa, esa que se teje con hilos de perseverancia, talento oculto y una pizca de bohemia metropolitana.
Matilde Obregón, reconocida periodista y compañera de Infante en sus años universitarios, nos regala una ventana al pasado, a un Gustavo Adolfo desconocido para la mayoría. Imaginen la escena: dos jóvenes estudiantes, llenos de sueños y con el futuro por delante, viajando en el bullicioso Metro de la Ciudad de México. No se imaginaban el éxito que les esperaba, pero compartían una pasión por la comunicación y, sorpresivamente, por la música. Matilde recuerda con cariño cómo, entre el ir y venir de la gente, entonaban "Lápiz adhesivo, Resistol", una melodía sencilla que se convertía en la banda sonora de sus aspiraciones. Una anécdota que humaniza al personaje y nos recuerda que los grandes nombres también tuvieron comienzos humildes, forjados en la cotidianidad del transporte público, lejos de los reflectores y las cámaras.
Este recuerdo no es un hecho aislado. La hermana del periodista, Lupita Infante, corrobora la vena artística de Gustavo Adolfo. Nos habla de un niño tierno, protegido por sus hermanos mayores, que encontraba en el coro de la iglesia un espacio para expresar su talento vocal. Esa voz que hoy conocemos por sus agudas preguntas y comentarios, alguna vez resonó en los cantos religiosos, demostrando una versatilidad que pocos conocen. La imagen de un joven Gustavo Adolfo participando en obras de teatro y cantando en la iglesia añade otra capa a la complejidad del personaje. Nos muestra a un hombre multifacético, con inquietudes artísticas que trascendían el periodismo y que, quizás, contribuyeron a forjar la personalidad carismática que lo distingue en la actualidad.
Desde sus primeros trabajos, ayudando a sus primos, hasta sus incursiones en el mundo del espectáculo, la historia de Gustavo Adolfo Infante es un testimonio de perseverancia y pasión. No solo se trata del periodista reconocido, sino del joven que cantaba en el metro, del niño que entonaba melodías en el coro de la iglesia, del hermano menor que contaba con el apoyo incondicional de su familia. Es una historia que nos recuerda que el éxito no es un golpe de suerte, sino el resultado de años de esfuerzo, talento y una buena dosis de "lápiz adhesivo" para unir las piezas del camino. Un camino que, en el caso de Gustavo Adolfo Infante, ha sido tan diverso como fascinante. Y es que, al final del día, todos tenemos una canción que nos acompaña en el viaje, incluso si esa canción es un jingle publicitario entonado en un vagón del metro.
Fuente: El Heraldo de México