
24 de junio de 2025 a las 12:45
El legado invaluable de Dolores Olmedo
La historia de Dolores Olmedo es un fascinante tapiz tejido con hilos de arte, amistad, audacia empresarial y un profundo amor por México. Mucho más que una simple coleccionista, Dolores fue una visionaria que supo reconocer el valor intrínseco del arte mexicano en una época donde su brillo aún no deslumbraba al mundo entero. Imaginen a la joven Dolores, en la década de los 30, posando para el maestro Diego Rivera. Un encuentro que trascendió el lienzo y se convirtió en el germen de una amistad que marcaría su vida y, a la postre, el destino del arte mexicano.
Esta relación, salpicada de la intensidad creativa de Rivera y la personalidad magnética de Frida Kahlo, nutrió la pasión de Dolores por el arte. Una pasión que, sin duda, heredó de su madre, María Patiño, una humilde maestra de primaria que, en el fragor de la Revolución Mexicana, le inculcó el amor por su tierra y su cultura. Es conmovedor imaginar a madre e hija, recorriendo los pasillos de la Secretaría de Educación Pública, mientras Rivera plasmaba sus murales en las paredes, impregnando el espacio con la historia y el alma de México.
El matrimonio de Dolores supuso una pausa en su amistad con Rivera, un paréntesis impuesto por la desaprobación de su esposo. Sin embargo, el destino, caprichoso como el pincel de un artista, las volvería a unir tras la muerte de Frida en 1954. A partir de entonces, Dolores no solo retomó su amistad con el muralista, sino que se convirtió en su mecenas, adquiriendo sus obras y encargándole retratos de sus cuatro hijos. Comenzaba así la construcción de una colección que se convertiría en leyenda.
Dolores Olmedo, con la misma determinación que la llevó a fundar una constructora que luego daría origen a ICA, una de las más importantes de México, se dedicó a atesorar las obras de los grandes artistas mexicanos. Su olfato para los negocios se combinaba con una sensibilidad exquisita, permitiéndole reconocer la genialidad en cada pincelada, en cada trazo. Adquirió obras de Frida Kahlo, como "La columna rota" y "Autorretrato con changuito", piezas icónicas que hoy conmueven al mundo con su fuerza expresiva.
Su visión no se limitó a la pintura. Siguiendo el consejo de Rivera, Dolores amasó una importante colección de arte prehispánico, en una época donde su comercio era legal, pero su salida del país estaba prohibida. Imaginen la audacia de esta mujer, protegiendo el patrimonio cultural de México, asegurándose de que estas piezas, testigos silenciosos de un pasado glorioso, permanecieran en su tierra natal. A esta colección se sumaron las obras de Angelina Beloff, la primera esposa de Rivera, completando un panorama fascinante del arte mexicano del siglo XX.
La ex Hacienda La Noria, en Xochimilco, adquirida en 1962, se convirtió en el epicentro de la pasión de Dolores. Más que una oficina principal, era su hogar, el santuario donde resguardaba sus tesoros artísticos. Y fue allí, en ese espacio impregnado de historia y belleza, donde nació la idea de crear un museo que compartiera su colección con el pueblo de México.
En 1994, el sueño se hizo realidad. El Museo Dolores Olmedo abrió sus puertas, ofreciendo al mundo una ventana al alma artística de México. Durante años, Dolores continuó enriqueciendo su colección, recorriendo galerías y subastas en Estados Unidos, asesorada por el experto Fernando Gamboa. Su legado, un conjunto único e invaluable, convierte al museo en la pinacoteca más importante del mundo en obras de Diego Rivera, con 137 piezas que abarcan diversos periodos creativos del muralista, además de la colección más extensa de Frida Kahlo y las conmovedoras obras de Angelina Beloff.
El cierre del museo en Xochimilco durante la pandemia y el anuncio de su traslado al Parque Aztlán marcan un nuevo capítulo en la historia de esta invaluable colección. Un cambio que, sin duda, permitirá que el legado de Dolores Olmedo siga inspirando y conmoviendo a las futuras generaciones, recordándonos la importancia de preservar y celebrar la riqueza cultural de México.
Fuente: El Heraldo de México