
24 de junio de 2025 a las 09:20
Despierta tu grandeza interior
La resonancia del discurso del Papa León XIV en el Jubileo de los Gobernantes y Administradores continúa expandiéndose como ondas en un estanque. Su llamado a una política enraizada en la ética, más que en la tecnocracia o el cinismo, es un bálsamo en un mundo a menudo marcado por la polarización y la búsqueda de intereses particulares. El Santo Padre, con la sabiduría que le caracteriza, ha tejido un discurso profundo, articulado con precisión alrededor de tres ejes fundamentales que iluminan el camino hacia una sociedad más justa y humana: el bien común, la libertad religiosa y la ley natural, y la inteligencia artificial en relación con la dignidad humana.
Al evocar las palabras de Pío XI sobre la política como "la forma más alta de caridad", León XIV nos recuerda que el poder no es un fin en sí mismo, sino un instrumento para servir al prójimo, especialmente a los más vulnerables. Esta noción, profundamente arraigada en la doctrina social de la Iglesia, nos interpela a todos, no solo a quienes ejercen cargos públicos. ¿Cómo podemos, en nuestro día a día, contribuir al bien común? ¿Cómo podemos ser agentes de cambio y promover una sociedad más equitativa y solidaria?
La defensa de la libertad religiosa y la ley natural, en un mundo cada vez más secularizado, es otro punto crucial del mensaje papal. Frente a la tentación de relegar la religión al ámbito privado o, por el contrario, de imponerla de manera fundamentalista, León XIV aboga por el diálogo interreligioso y el respeto mutuo. La ley natural, esa brújula moral inscrita en la razón humana, se presenta como un faro que guía nuestras acciones y nos permite discernir el bien del mal, independientemente de nuestras creencias particulares. En un contexto marcado por el relativismo moral, esta afirmación cobra una especial relevancia. La ley natural, como fundamento prepolítico de la democracia, nos recuerda que los derechos humanos no son una concesión del Estado, sino que emanan de la propia dignidad del ser humano.
Finalmente, la irrupción de la inteligencia artificial en la esfera pública plantea nuevos desafíos éticos que el Papa no ha eludido. Si bien reconoce el potencial de la IA para el progreso humano, León XIV nos advierte sobre los peligros de una tecnología deshumanizante que ponga al algoritmo por encima de la persona. La distinción entre la “memoria estática” de la máquina y la “memoria dinámica” del ser humano nos invita a reflexionar sobre la esencia misma de nuestra humanidad: nuestra capacidad de razonar, de crear, de amar, de trascender. ¿Cómo podemos asegurar que la IA esté al servicio del hombre y no al revés? ¿Cómo podemos evitar que los algoritmos perpetúen o incluso amplifiquen las desigualdades existentes? Estas son preguntas cruciales que requieren una profunda reflexión ética y una regulación adecuada.
En definitiva, el mensaje de León XIV es una invitación a la esperanza y a la responsabilidad. Una esperanza enraizada en la convicción de que es posible construir un mundo mejor, un mundo más justo y fraterno. Y una responsabilidad que nos interpela a todos, políticos y ciudadanos, a ser protagonistas de este cambio, a ser artífices de una sociedad donde la dignidad humana sea el valor supremo. El camino no es fácil, pero las palabras del Papa nos iluminan y nos alientan a perseverar en la búsqueda del bien común. Es un llamado a la conversión del corazón, a una regeneración ética que nos permita afrontar los desafíos del presente y construir un futuro más humano.
Fuente: El Heraldo de México